#TBT Londres

Hoy me acordé de los Juegos Olímpicos del 2012. 

Sin duda, el mejor de mis mejores eventos. 

Ya alguna vez te había platicado de la inauguración, pero lo más emocionante, fue un día antes de la clausura.

Sábado 11 de agosto de 2012.

Para ese día, ya estábamos muy agotados del viaje. 

Y es que por las seis horas de diferencia entre Londres y Monterrey, trabajábamos de 8 a 4 de la mañana. 

Porque a las 8 am, hora de Londres, arrancaban los eventos deportivos. Y el último programa del día era de 9:30-10 pm hora de Monterrey, es decir 3:30-4 am de Londres. 

Dormíamos cuando podíamos. En el metro, en el taxi, en los restaurantes, etc. 

Y en la noche, nos íbamos a dormir tres horas al hotel y nos levantábamos para hacer el programa de 3:30-4 am. 

Después de dos semanas, honestamente, ya queríamos que se acabaran los Juegos Olímpicos. 

Pero antes de terminar, ese sábado 11 de agosto, era la final olímpica de futbol varonil. 

Nos levantamos más temprano de lo normal y nos fuimos a Wembley en metro. 

Llegamos al estadio y empezamos a hacer enlaces para Multimedios y Milenio Televisión.

Nunca antes había visto a tantos mexicanos juntos fuera del país.

Impresionante.

Y todos, incluido yo, queríamos boletos para el juego de México contra Brasil.

Mi acreditación no me daba acceso a los «eventos de alta demanda» como le llaman a las grandes finales olímpicas.

Mi presupuesto original para un boleto era de 200 euros.

Pero pronto me di cuenta que no me iba a alcanzar. Había demasiada demanda. 

Entre un enlace y otro, fui a un cajero cerca de Wembley y saqué más dinero. 

Acabé el último enlace y empecé a perseguir a los revendedores.

Los mexicanos y brasileños, literalmente, se arrebataban los últimos boletos. 

300 euros me costó mi boleto. Más de 5 mil pesos. 

Me dolió. Era demasiado dinero. 

Caminando rumbo a la puerta, sólo esperaba que México hiciera que valiera la pena. 

El juego estaba a punto de empezar y los accesos estaban a reventar.

Desde los pasillos buscando mi asiento vi a los equipos acomodarse en la cancha.

  
Encontré mi lugar, me senté con mi polo de La Afición y un minuto después, cayó el gol de Oribe Peralta. 

Espectacular.

A los 30 segundos de haber empezado la final, México ya iba ganando 1-0.

Y luego 2-0. Otra vez Oribe.

Lo máximo. Grité el gol como nunca. 

Todos los mexicanos empezamos a cantar el «Cielito Lindo».

Piel chinita.

Lágrimas en los ojos.

Demasiado bueno para ser verdad.

Y de pronto, gol de Brasil.

2-1 se nos acercaban. Y todavía quedaban tres minutos. 

Minutos de sufrimiento, estrés y nervios.

Brasil tuvo la última.

Y luego, el silbatazo final.

¡México campeón olímpico!

Medalla de oro para México. 

Himno Nacional Mexicano en Wembley.

Historia en Londres.

Vuelta olímpica del TRI.

Y nosotros ahí.

Inolvidable. 

Por más momentos como este y porque tus sueños también se hagan realidad… 

Cree en ti como nadie. 

Hasta mañana,

SADW.