Mi graduación

El 16 de diciembre de 2011, ha ido conmigo desde ese día. 

Desde ese momento.
Desde esa emoción.

Desde esa adrenalina.

Desde ese agradecimiento.

Por esa satisfacción. 

Por esas ganas de llorar.

Por ese corazón acelerado. 

Por los que me acompañaron en el camino. 

Y por los que estaban ahí conmigo.

Nunca olvidaré ese 16 de diciembre. 

Nunca. 

«Sergio Alejandro Dipp Walther, de Mexicali, Baja California.»

Nada más especial que mezclar mis apellidos con mi ciudad.

Nada como mi graduación de Ciencias de la Comunicación. 

Por mi papá, por mi mamá, por mis hermanas, por mis abuelos, por mis primos, por mis tíos y por mi casa.

Ese instante, aun me pone los ojos llorosos, cinco años después. 

Porque pasaron demasiadas cosas antes de ese momento. 

Tristeza, nostalgia, sufrimiento, sacrificios, dolor.

Derrotas, problemas, decepciones, errores, fracasos. 

Desveladas, desmañanadas, días eternos, materias reprobadas, malas calificaciones. 

Dudas, miedos, incertidumbre, obscuridad. 

Gimnasios, salones, cafeterías, estadios, campos de entrenamiento. 

Profesores, compañeros, amigos, conocidos, extraños. 

Futbol americano, escuela y trabajo.

Principalmente eso, futbol americano, escuela y trabajo, pero todo lejos de mi casa y de mi familia.

Sigo sin saber exactamente cómo le hice.

Sólo me acuerdo que no podía parar hasta llegar.

No me iba a rendir.

No era opción. 

No le iba a dar la razón a los que dudaron de mí.

No les iba a dar el gusto. 

Les quería callar la boca. 

Les quería demostrar que sí podía.

Que estaban equivocados.

Que dudaron de la persona equivocada. 

Caminé, corrí, avancé, me caí, me raspé, me lastimé.

Me fortalecí, me enderecé, seguí, me volví a caer y me volví a levantar. 

Dudé de mí, dudé de Dios, dudé de todo.

Pero todo valió la pena.

No cambiaría nada.

Todo eso me llevó hasta mi graduación. 

Hace exactamente cinco años. 

Increíble.

Cinco años. 

Tenía 23. 

Y al final, todo siempre termina valiendo la pena. 

Créeme. 

Y todo fue por Dios, por mi familia y por mi ciudad. 

En agradecimiento a todo lo que me dieron.

Comprometido con todo el tiempo que me invirtieron.

Queriendo ser siempre un orgullo para mis papás y un ejemplo para mis hermanas. 

Y además, queriendo poner a Mexicali en el mapa.

Porque he extrañado mi casa desde el 22 de julio de 2006. 

Y nunca voy a dejar de extrañarla. 

Por eso, todo sigue siendo por y para ustedes.

Voy a seguir intentando representarlos como se merecen. 

Gracias por estos cinco años.

Y vamos por más, vamos por todo.

Siempre por todo.

Hasta mañana,

SADW. 

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